martes, 5 de octubre de 2010

BAILARINA

Bailarina
Cual alondra te posas
liviana y frágil,
leve como la espuma sobre el
entarimado,
en tus ojos la música va dibujando estrellas,
te ves como la alondra
etérea e inconsútil.

Tu cuerpo va esculpiendo
efigies en el aire,
se despliega sensual hasta sus extramuros,
la tristeza aferrada a tus
brazos perfectos
resbala por tu espalda
y se aloja en tu talle.
Sonríes mientras danzas…
y el aire se detiene embelesado a mirarte.

Se demora la luz entre tus manos pálidas
alzadas en místico ademán…
Hay a tu alrededor
una hueste de hadas susurrando poesía.
Agoniza la música.
Comparece el silencio y se adueña del mundo.
Grácil y transparente
se derrumba tu cuerpo en las tablas gastadas,
Y entonces ciertamente
te asemejas a la alondra
adormecida en el nido.

Nahir Subelzú

VOLVÍ A PERDER.

VOLVÍ A PERDER.

Lloré lo que perdí, porque lo perdí llorando,
y mientras lloraba dejaba atrás el llanto
 que más me hizo sufrir.
Tu amor.
Perdí lo que sabía que ya estaba perdido,
y perdiéndolo todo
me dejé perder en el abismo
de tus brazos otra vez más,
hasta que no fui capaz de encontrar lo perdido
 y la perdición me llevó a llorar lo que sabía
que no podía encontrar.
Tu amor.
Y volví a llorar otra vez,
y me encontré sola,
 tan sola como perdida.

RAQUEL VIEJOBUENO RODRÍGUEZ.
“Libro de los Insabores.” 1994