domingo, 23 de enero de 2011

LLANTOS

Aquellas noches que nada pudieron cambiar,
se enfangaron en el recuerdo.
Arenas movedizas socorriendo mi cuerpo,
enlutado.
Nada queda ya.
El día trae consigo pasillos de discordias.
Llantos.
Los cerezos volverán a florecer,
las nubes correrán entre los cielos,
el niño volverá a caerse; se levantará.
Entre mis dedos guardo el momento,
el adiós.
Palabras flotando sobre cristales iluminados,
al fondo; pasen, el tiempo pide tiempo.
Todos esperan las bandejas de lágrimas,
esperan ser mejores que nadie.
El silencio nada oye, se vuelve inmoral.
Todos danzan al son del dolor y la paradoja.
Nadie queda  ya.
Aquellas noches que pensé serían claras,
se tornan cansadas.

Raquel Viejobueno Rodríguez.
“Mamotreto de viajes” Año 2010.