domingo, 5 de julio de 2015

Sobre el Odio de Carlos Javier Corral López


Todos los días muero de asombro, me dije mirando hacia ninguna parte, pero existen días, sin darme cuenta, muero más lentamente tras encontrarme con autores que tallan la palabra con plenitud y al límite de lo que el ser humano siente, tras esas ventanas tan gigantes que tiene el mundo. Les invito a entrar en el poema de   Carlos Javier Corral López, desde Linares, galardonado con el Primer Premio de Poesía de la Asociación Manantial. La poesía desde el límite que soporta la quietud de cada uno de nosotros  e intenta ser un bálsamo que suaviza las asperezas que tenemos que vivir. Un autor que nos transmite el sin fin de sus mundos, una fuente incansable de caminos, donde vamos avanzando dejando lo peor de nosotros mismos, y nos dormimos siento ante todo; magos de la palabra, de su palabra latente.



 SOBRE EL ODIO  

Donde lóbregas nubes
descargan sobre la cándida retina
su diluvio de cuervos,
cuervos que con su graznido afilado
arrasan el arrullo del latido
y la textura del poema. 

Donde las gotas del rocío
tan solo pueden posarse
sobre la hoja de la guillotina
y el pasto del óbito.

Donde las estrellas despliegan
su plumaje de hadas
en la noche interminable
de las cuencas vacías.  

Allí es donde reside el odio.  

Odio que no sabe de fatigas o declives
odio que no conoce dudas o titubeos
odio cuya cruzada palpita en el púlpito
púlpito del escalofrío y el incendio.  

Yo te maldigo, pulsión atávica del hombre. 

Yo te maldigo, maestre del delirio.
Maldigo y maldigo tus ofrendas de afrenta
tus oropeles de sol y tus lunas de alpaca
tu delirio grabado en la losa de la herida
tu tormenta del tormento que no acaba.

Mas tus lacayos del trance escarlata
de nuevo se asoman  a la sima del grito
del grito de serafín y de simiente
del grito inocente y desvalido,
celebran el fruto de tu linaje de sierpe
aclaman el despliegue de  tus hordas de espino
y el deslizar perenne, sobre el arriate del tiempo
de tu follaje de sepulcro y de plañido. 

He visto los fragmentos del paisaje
que fue atravesado por tu anhelo de rayo.

Ahora quiero ver colmada
de cianuro y cicuta tu copa.  

He visto a las Keres acariciando
tu áspero lomo de ponzoña y daga.

Ahora quiero contemplar tus rodillas
henchidas de plegarias de exilio.



 Carlos Javier Corral López.