miércoles, 27 de abril de 2011

LA AMAPOLA.



Paseando en el atardecer,
Sobre las hierbas del campo,
tropecé con una amapola.

Me incliné lentamente para observarla,
dudosa me quedé y cayada
con mis pupilas clavadas allí,
Vi sus lágrimas cayendo por su tallo,
vi sus rojos pétalos,
desnudos en la inmensidad del campo.
La miré y callé
inmóvil, nada transcurría.
Fue un silencio sonoro,
una frase sin letras,
fue la vida desnuda ante mí.
¡Qué pequeña me sentí  entonces
ante la mirada de la amapola!
Raquel Viejobueno Rodríguez.
“Retrato de una Pluma” año 1992.
Fotografía de Paco Viejobueno.