Nuestra silueta femenina ha estado presente desde hace siglos, en teoría gozaba de una libertad estúpida y fingida, ya que los hechos y realidades mostraban todo lo contrario. Una imagen prácticamente de esclava, esbozaba a una mujer no real. Todo aquello que no fuera relacionado con el hogar, la maternidad o las tareas domésticas, lo tenían vedado. Importante esta situación, para posteriormente establecer vínculos con los mundo simbólicos en la literatura escrita por mujeres.
Se llegó a afirmar de ellas, que eran incapaces de manejarse a sí mimas, por tener una naturaleza peligrosa y una inteligencia inferior. Este pensamiento estaba tan arraigado en Occidente, que comenzaron a luchar por derechos tan elementales como era leer y escribir, ya que era un privilegio concedido sólo a mujeres pertenecientes a la nobleza y la burguesía, o aquellas que gozaban de tener un padre con criterios flexibles respecto a su condición de mujer.
Un primer registro de la mujer en la literatura fue en Alemania, en el año 932, su nombre Roswitha. Religiosa, la cual dejó tres obras: dramas, poemas históricos y leyendas, todas ellas eran una exaltación de su fe y castidad.
Continuemos caminando por el tiempo.
Margarita de Angulema, reina de Navarra (1492-1549) Escribió “El Heptamerón”, relatos morales y galantes, los compuso para escapar de los malos tratos de su esposo. Fue una dama muy culta e inteligente.
Hasta mediados del XIX los autores condenaban todo tipo de amor que no tuviera en los límites del hogar, citemos dos grandes novelas Ana Karenina y Madame Bovary.
Difícil para la mujer demostrar su inteligencia y valía, estando en la fosa donde la pusieron desde sus inicios.
Continuemos…
Raquel Viejobueno Rodríguez
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