viernes, 30 de noviembre de 2012

Ahora sé...


Pluma y Voz

El olvido, es una de las peores enfermedades, nos deja atrapados en sus angostos laberintos, hundidos en la melancolía de no estar en el jardín del ensueño. Sentémonos a la sombra de una secuoya, donde lo inmenso, sólo es la finitud de un d...
iminuto punto de nuestra escritura. Seamos el recuerdo, hechos. Allí en el pasado está parte de lo que somos. Vistamos y desnudemos la palabra, para simplemente escuchar los rumores de un silencio que clama.
Este mes de diciembre, entraremos en el recorrido de los autores de "Pluma y Voz"

martes, 27 de noviembre de 2012

No llores por mí


Les dejo esta lectura de un relato de Szív Marquéz, desde Veracruz (México)
 
 

     Era media tarde, el viento fresco soplaba suavemente mientras las nubes se unían como si el cielo hiciera una conspiración. Debajo de una ceiba enorme se encontraba Francisco, de cuclillas, escribiendo algo sobre la tierra. Juanita a lo lejos lo miraba desde la ventana de su casa, la curiosidad la llevó hasta el lugar donde él estaba.

     -¿Qué haces?- preguntó al acercarse mientras saboreaba una paleta de chocolate. El niño continuo escribiendo mientras la tierra se volvía húmeda al paso de su mirada. Entonces Juanita levantó la vista buscando aquellos grandes ojos alegres pero en su lugar encontró una tristeza profunda. Francisco, con la mirada enrojecida y la garganta seca había dejado de escribir, al ver a su amiga grandes gotas saladas inundaron su rostro. -Mi mamá - balbuceó - mi mamá...- No pudo continuar, Juanita lo abrazó y le dio un beso; el viento sopló en ese momento, un aire triste y el grito de un pájaro que cruzó el cielo lograron que el corazón de Juanita diera un vuelco. El olor a angustia y soledad cimbró su cuerpo.

     Ella sabía que Gloria, la madre de Francisco, se había ido de "mojada" a Estados Unidos un año atrás, cuando él tenía ocho años y su hermana Carolina doce; habían quedado al cuidado de su abuela paterna doña  Maura, quien  había enviudado tres meses antes. A Juanita le vino el recuerdo del día del entierro: Francisco, temblando, se encontraba en un rincón de la casa, mientras la gente mayor disponía lo necesario para el funeral -¿Qué tienes?-había preguntado ella -Mi abuelo...anoche me dio miedo al escuchar un trueno, creo que se venía el norte y me fui a dormir con él; en la mañana, cuando desperté no se movía y estaba bien frío...ahora sí me quedé sin papá - decía sollozando, y al decirlo parecía que la fragilidad de su cuerpo terminaría con él de un momento a otro ante los fuertes sollozos que daba - Antes de dormir él me habló y dijo: Pancho, ya eres un hombrecito, el día que yo muera cuidarás de tu abuelita y tu hermana, trabajarás la parcela que al fin y al cabo será tuya.

     La lluvia cortó de pronto los pensamientos de Juanita -Ven Pancho, vámonos o te vas a resfriar -Ahora la lluvia se confundía con las lágrimas de Francisco, quien caminaba ensimismado y no habló hasta que llegaron a guarecerse en un pequeño cobertizo -Mi mamá me quiere llevar con ella, pero yo no quiero. ¿Quién va a cuidar a la abuela, a Caro? ¿Quién va a trabajar la parcela?, porque el abuelo dijo que yo debo cuidarla, fue algo que él me encargo.

     Juanita no comprendía aún el por qué a pesar de las explicaciones que Francisco daba, ella sentía que había algo más, algo que se reflejaba en los ojos, en el movimiento de las manos y en la tristeza que embargaba a Pancho. Así que al terminar la lluvia, cuando el cielo se observaba más azul y comenzaron a caminar de nuevo, preguntó: - Oye, ¿Y por eso es que estás tan triste? - Pancho se adelantó a cortar la ramita de un naranjo y sin importarle los charcos que la lluvia había dejado sobre la tierra se arrodillo rayoneando el suelo húmedo con la ramita y contestó: -¿Sabes cómo pasan a  los niños del otro lado? Mi mamá quiere que me vaya yo solo con "el coyote". Nos iríamos por el desierto, ¿Y si me pierdo? ¿Y si me quedo sin agua? Además, dicen que para poder pasarte primero te drogan, te dan una pastilla para que no hagas ruido en la camioneta donde te llevan...-Pancho calló y su mirada se perdió en el horizonte, su rostro tenso y cansado... los ojos abultados de tanto llorar, parecía que meditaban. -Entonces "el coyote" me dormiría y después... ¿Qué tal si me deja a medio desierto? Tengo una prima que así se perdió, quien sabe dónde ande, a lo mejor ya ni vive. Por eso yo tengo que quedarme aquí, no debo irme... debo cuidar a mi abue, a Caro, la parcela; además, ni se hablar inglés, me van a querer mandar a la escuela y no voy a entender nada.

     Juanita había estado escuchando en silencio y con mucha atención la explicación que daba Francisco, entendía la palidez de su rostro y el temblor de sus manos al recordar a su prima; así como el frenesí con el cual se aferraba a la idea de cuidar a su abue, a su hermana, la parcela, el argumento más sólido que tenía para defender su integridad, para evitar hablar del miedo que le causaba cruzar el desierto y perderse. Había algo en la voz del niño que indicaba su destino de una manera tan fatal que solo imaginarlo llenaba de escalofríos el cuerpo de Juanita, -Pues háblale a tu mamá, dile que no quieres ir, explícaselo como me lo has dicho a mi. Dile a tu abuelita que te ayude, que la convenza. –Sí, eso voy a hacer- contestó Francisco, un poco más calmado, aunque el reptil del miedo aún seguía en su cuerpo negándose a alejarse de él.

     Ya en casa, Francisco habló con su madre, pero ésta le dio solo negativas por teléfono, él imploró, explicó, lloró sin lograr conmoverla. -Hijo, me volví a casar y no te dejaré allá; tu lugar está junto a mí que soy tu madre. -¿Cómo convencerla?...

     Pensando y pensando se durmió y soñó... soñó una tierra árida y un sol abrasador... caminaba junto a otro niño; solos, la garganta seca, parecía que los tenis le quemaban los pies, había un olor muy desagradable como a animal muerto. La mezcla de polvo y sudor le picaba el cuello, las piernas... y ese dolor de cabeza que parecía hacer estallar su cerebro. Cerró los ojos para imaginar por un instante la frescura del agua de pozo y la brisa que corría bajo la ceiba  ¡Cómo extrañaba la casa de su abuelita! Un sabor a tierra mojada llegó a sus labios y al abrir los ojos descubrió que estaba tirado solo a medio desierto, el recuerdo de la ceiba, de Juanita y su abuelita lo habían mantenido con fuerzas, pero ahora... alcanzó a ver una nube, el sol y...

     Era media tarde, el viento fresco soplaba suavemente mientras las nubes se unían como si el cielo hiciera una conspiración. Debajo de una ceiba enorme se encontró a Juanita, de cuclillas, escribiendo algo sobre la tierra. Hacía ya un año desde que se encontrara en ese mismo lugar a Francisco, su amigo y compañero de escuela. Muchas cosas habían cambiado desde entonces, ella misma ya no era la niña curiosa y juguetona de antes, a veces acompañaba  a doña Maura a hacer rosarios, oraciones, aunque muy en el fondo de su alma sabía la verdad, había conocido el destino de Pancho desde antes de la partida.

     Por ello, el día que fueron a la iglesia y escuchó a doña Maura pedir por el pronto regreso de su nieto tomó el ramo de gladiolas que tenía en las manos y las llevó delante del altar diciendo -Mira Diosito, tú y yo sabemos lo que sucedió, te ofrezco estas flores por Panchito y por favor, has que gente como doña Gloria o doña Maura tomen en consideración también a los niños. Te ofrezco el perfume de las gladiolas por las almas de aquellos que han sido olvidados y la blancura de éstas flores para limpiar el remordimiento y dolor de esos padres arrepentidos que solo tú conoces- y sin más, tomó a doña Maura de la mano llevándola a la fuente que estaba atrás de la capilla, donde la anciana derramó gruesas gotas de alegría al observar como su nieto se reflejaba en el agua diciéndole ¡Abuelita, ya estoy aquí, regresé y ahora sí nadie podrá separarme de ti! ¡No llores por mi... no llores por mi!

 

Szív Márquez

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 26 de noviembre de 2012

Un Canto a Eros

 
 
 
Libido sagrada que subes en frenético espiral hasta el gran ocaso del fuego divino
Llegas a la apertura del falo empíreo y creador flor de espiga lágrima de metáfora
Agua profunda deseo maduro estertor de pasión volcán en furia eterna
Bendice estas ganas terribles que tengo de ti ahora y siempre
Rastro celeste cometa en danza estelar orgasmo del sol

Ven a mi risa del silencio enciende mi relámpago torturado por el amor
quiero deslizar mis dedos luciferinos también mi boca de ansia incontrolable
en medio de tu fuerza viva triángulo exquisito locura de crepúsculo
Navegaré en las turbulentas olas del deseo dentro de nuestro romántico erotismo
y que la melodía del bardo en su poema despierte a Cupido del profundo sueño.

Aquí estoy convertido en montaña de ansiedad dolor de lluvia apresurada
con mi barco de memorias serpiente de tempestad caricia oscura
y mi mano empapada de melancolía se pose sobre tu piel de amante sirena
esa piel con sabor y fragancia vaginal flor de primavera fruto de tu ser
Besaré la mariposa tierna de tu cuerpo recipiente de colores magia celestial
rumor de campanas agitadas al contacto con el beso lascivo furtivo que se atreve.

No dejes que las hojas de la tristeza resbalen sobre tu cálida copa
Impregnaré con el sudor de mi cuerpo mirada fogosa de ardiente verano
para hundirnos en la poesía genital del mar nota inefable de canción edénica
Tócame con el tacto de tu azucena en flor mi viril columna de pasión
y mírame con esa mirada de océano tranquilo a los ojos de mi verdad.

Lameré con devoción tu lago púbico hasta ver la estrella cansada de brillar
Tu respiración y la mía se fundirán de instante en momento eternidad sublime
para que el nido de placer sea satisfecho con mi láctea esencia de la vida
Consentiremos a la flamígera y celestial felación cumplir con su delicioso cometido
y la poesía del amor quede en absoluta libertad cuando amanezca
Por último te cubriré con dulce viento de luna clara como eufonía inmortal
y la playa de arenas sollozantes de nuestra pasión quede por completo satisfecha.
 
 
José Santana Prado

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Pequeño Palestino

 
 
Me habla tu sangre derramada por los caminos
de la usurpación.
Escucho el redoble de tus huesos, palpitando
desde su interior las atrocidades de la guerra
y me revelo, sufro con las manos atadas
mirando con temor un cielo que no se deja ver
por tantos misiles y bombas.
Oigo tu llanto postrado a la vera de la injusticia,
sin esperanza, sin entender por qué tanto odio.
Hoy la humanidad no puede más,
vientos incandescentes gimen al encontrar tu rostro
tras la huella de un tanque.
Al reconocer tu cuerpo esparcido
sobre la arena del desierto.
¡Oh, Franja de Gaza!,
¿por qué permites tanto horror?
Quién ha mutilado tu paisaje,
cambiando tu soledad por ruidosa
y mortífera artillería.
Oh, niño sin futuro, sin ojos, sin vida,
¿quién ha decidido tu destino
para traerte libertad después de quitarte la existencia?
Libertad de papel que el viento lleva
mientras lame con sutileza tus pequeños restos.
¿Quién con mente insana dice liberarte
si ya eras libre en tu propia tierra?,
libre para vivir, para crecer.
¿Qué libertad te ofrece después de masacrarte?
 
Marianela Puebla

lunes, 19 de noviembre de 2012

Os esperamos, un muy bello encuentro.


Los lados de un mismo espejo.


Al otro lado un cadáver danza entre versos serpentinos de venenos. Inyecta la pobreza de espíritu, el hueco de la derrota,  la oquedad del rostro sin ojos. Lleva una alforja repleta de atardeceres, de damas gimiendo en el sentido de lo absurdo. Las golondrinas mueren en un mar tóxico, se ahogan entre las letras disfrazadas de poética. No queda nada, la momia ha perdido su vendaje entre sus propias yemas.

Pareciera que el Sol ha aprendido a caminar nuevamente, está sonriente.

A este lado,  los colibrís están de fiesta y entre mi cabello nacen alientos cálidos y es que las colinas de mis caderas son deltas del mar que llevo dentro…
 
Raquel Viejobueno

 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Francisco Viñuela

Les dejo la nueva publicación de Un Café con Literatos que verá la luz el próximo mes de diciembre. Francisco Viñuela nos muestra una excelsa prosa, con una temática que roza los sentidos y la cordura. Brindemos por esta narrativa y por su autor que nos ha concedido la llave de "Orden de misión"

sábado, 10 de noviembre de 2012

El grito

 
 
El grito sale de la tierra, zigzaguea pidiendo auxilio,
marca la arena reseca y levanta una polvareda.
Lo han visto caminar enloquecido, azotar las paredes,
golpear puerta tras puerta
pero nadie escucha,
nadie abre los brazos para recibirlo,
consolarlo,
nadie abre la boca y denuncia.
Todos se asustan, ponen cerrojo,
clausuran las cortinas.
Tienen miedo, un miedo feroz.
La muerte es cosa seria, no se detiene a contemplar,
sólo arrasa,
devasta,
allana,
deja lágrimas de impotencia difícil de remediar.
El grito permanece titilando en los brazos del viento
que multiplica sus voces,
voces de mujeres,
voces sepultadas que afloran en desconsuelo,
voces que están allí, cerca,
asesinadas,
en donde el tiempo se detuvo,
quedan abrazadas a una artesanal cruz de madera,
lo único que las identifica.
El grito se ausenta
agotado por tanta indiferencia.
Mañana volverá, tal vez...
Tal vez alguien lo escuche...

Luna Maya

La espiral de la ofrenda en jícara
trasmutada en hialino y sutil jade,
se eleva en traguitos hasta el dintel
donde habitan los primeros dioses
que nos legaron la vida a través
de la maravillosa planta del maya-quiché.
El padre Corazón del Cielo
que lleva por nombre Huracán,
se complace en recibir la cálida ofrenda,
auspiciada por los hombres y mujeres
confeccionados con el espíritu del maíz,
en medio de la profundidad de Xibalbá;
en el centro mismo de la creación,
donde Hunahpú e Ixbalanqué, inician su guerra
contra los oscuros señores del averno.
La antigua piedra ceremonial del sacrificio,
se ha impregnado con el gusto a crúor
y resbala sin premura por los hombros
de Chac-Mool, quien yace recostado
en la puerta del Templo de las Inscripciones,
a la espera de que la Luna Maya
se duerma junto con los ídolos del ayer,
y el sol inicie una vez más
su perenne e incansable nacimiento.
El fuego sagrado del ocote, arde su resplandor
al igual que las entrañas del dios Tohil,
propietario de la fulgurante e inmortal llama
la que inicia su vuelo, cual saeta, hacia
el mismo fondo palpitante de lo infinito.
El apacible cenote azul, contiene aún
las aguas de vida que se renuevan
con perseverancia, esta vez, por el holocausto
voluntario de las princesas Nicte-Ha e Ixquic
y su pléyade de vírgenes en flor,
quienes cumplen con la esperanza
que se ha escrito, desde que el tiempo
era niño, en la fastuosa Chichen-Itzá;
sobre la cúspide de la pirámide del Adivino
y entre las estelas y juegos de pelota
de la mayestática y soberbia metrópoli de Tikal.
Hoy, la placentera y colorida Xel-Ha,
aguarda la predicción del Popol-Vuh,
siempre atenta a la eufonía del caracol maya
que anuncie el principio del gran desenlace
del calendario de Cuenta Larga,
en combinación con el Haab y el Tzolkin
que nos preparó el reverenciado Gucumatz,
señor y dueño de la eternidad del tiempo,
para el próximo veintiuno de diciembre
en la alineación cósmica de la serpiente Quetzalcoatl,
dentro del año de la Luna Maya: ¡El dos mil doce!
 
José Santana Prado.
 

viernes, 9 de noviembre de 2012

Diferencia.


Hay líneas indivisibles que llegan al límite, a marcar la diferencia de ser humano o fantasma de necedades.
Me asombro y retengo ante los acantilados de mi suicidio, única oportunidad de escapar de la demencia.
Una manada enfurecida desea atrapar el maravilloso sentido de existir.
Estalla el volcán y con los ríos de lava asciende a la bahía donde soñamos.
El pozo se ha quedado seco, aún a pesar de los torrentes...


Raquel Viejobueno.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Teresa Gracia.


 “Las Republicanas”

Teresa Gracia García (Barcelona, España, 23 de enero de 1932 – Madrid, 10 de septiembre de 2001). Escritora. Salió de España al final de la Guerra Civil, y vivió exiliada hasta 1980 en Francia, Venezuela e...
Italia.
Les presento una de las fantásticas obras de la autora “Las Republicanas”. Obra basada en la tragedia de Eurípides “Las Troyanas”, (véase la Poética de Aristóteles, base de toda literatura) Con ella nos guía y desea hacernos ver que los personajes de la acción, no son sino heroínas. Su literatura testimonial se hace patente. Con esta obra de teatro obtuvo en el año 1978 el Premio de teatro Aguilar. Una de las características de su género es anudar lo cotidiano con lo histórico. Los efectos que produce su escritura van más allá de las propuestas escénicas realizadas por el teatro del exilio.
Con siete años ingresó en un campo de concentración francés, junto con su madre. Son esos recuerdos los que le ayudan a componen esta obra.
Aconsejo la lectura de sus obras y también de su biografía, para poder entender, no sólo a la autora, sino a sus personajes.