El espejo roto en la entrada del caserón, indica que los años ha volado. La duquesa descansa en su sillón de terciopela azul. Afuera, los árboles susurran con el viento, y se puede escuchar pasos, chasquidos de hojas pisadas. Hay personas que se apróximan. Huele a libro y a café. La duquesa desde la ventana observa el paisaje verde y escarpado.Rememora días mejores y creé ver su sonrisa esbozada en el cristal opaco de una ventana añil. Las nubes cubren el cielo, el cielo se cubre de gris.
La Duquesa espera, ya vienen, ya vienen, piensa....................
En 1992 nace la Duquesa, mujer misteriosa y criticada por vivir en un caserón y hablar con el viento. Es uno de mis cuentos más nostálgicos. Mujer que vagaba entre los vocablos barrocos, allí encontró su epitafio. Después de dieciocho años, la rescato del recuerdo para ponerla frente al espejo.
Las Pasiones de la Duquesa nace para crear un lugar donde hablar de los textos que cada uno deseé compartir y enviar. Aquí en este caserón repleto os espero.
Raquel Viejobueno Rodríguez
martes, 14 de septiembre de 2010
Ciencias de la Vida
CIENCIAS DE LA VIDA.
Me estoy licenciando en Ciencias de la Vida. Me matriculé en la asignatura de ser madre. No supe lo denso que era el temario, hasta que empecé con las prácticas.
Es una gran asignatura, me causa ardor, sin razón y recelos. Hay días que siento nacer algo dentro de mí y otros, siento que muero.
En diferentes ocasiones, me creo incapaz de resumir los temas, ¡es todo tan importante!, que temo dejarme algo en el camino.
El día del examen me produce angustia, aunque todavía queda mucho. Espero aprobar, o por lo menos haber aprendido algo.
Lo peor de esta asignatura es que no hay convocatoria de Septiembre.
RAQUEL VIEJOBUENO RODRÍGUEZ.
AÑO 2009
Me estoy licenciando en Ciencias de la Vida. Me matriculé en la asignatura de ser madre. No supe lo denso que era el temario, hasta que empecé con las prácticas.
Es una gran asignatura, me causa ardor, sin razón y recelos. Hay días que siento nacer algo dentro de mí y otros, siento que muero.
En diferentes ocasiones, me creo incapaz de resumir los temas, ¡es todo tan importante!, que temo dejarme algo en el camino.
El día del examen me produce angustia, aunque todavía queda mucho. Espero aprobar, o por lo menos haber aprendido algo.
Lo peor de esta asignatura es que no hay convocatoria de Septiembre.
RAQUEL VIEJOBUENO RODRÍGUEZ.
AÑO 2009
Las pasiones de la duquesa: El Encuentro
Las pasiones de la duquesa: El Encuentro: "EL ENCUENTRO. Encendí la luz. Sentada en la silla la pude oír. Apoyé de nuevo la cabeza en el cojín. La seguía oyendo. De pequeña me dij..."
El Encuentro
EL ENCUENTRO.
Encendí la luz. Sentada en la silla la pude oír. Apoyé de nuevo la cabeza en el cojín. La seguía oyendo. De pequeña me dijeron que a veces me alegraría de oírla, otras de verla, que otras tantas me haría daño y me encogería la mirada. También me dijeron que tuviera cuidado con su atuendo, que en ocasiones me engañaría con su presencia y me haría ver una cosa, cuando pudiera ser otra.
Que la mirase siempre a la cara, que nunca me diese la vuelta he intentase huir de ella. Que intentara entenderla y cobijarla, que la dejara un hueco en mi mente y en mi alma.
Levante la cabeza y miré. Allí estaba la seguía oyendo. Seguía sola en el aire, navegando a la deriva del capricho, a merced de cada uno de nosotros. Allí, pobre, taciturna, con una pincelada de zozobra, dejando la locura a un lado. Allí desnuda me encontré con la palabra.
Raquel Viejobueno Rodríguez
28 de Febrero del 2007
Encendí la luz. Sentada en la silla la pude oír. Apoyé de nuevo la cabeza en el cojín. La seguía oyendo. De pequeña me dijeron que a veces me alegraría de oírla, otras de verla, que otras tantas me haría daño y me encogería la mirada. También me dijeron que tuviera cuidado con su atuendo, que en ocasiones me engañaría con su presencia y me haría ver una cosa, cuando pudiera ser otra.
Que la mirase siempre a la cara, que nunca me diese la vuelta he intentase huir de ella. Que intentara entenderla y cobijarla, que la dejara un hueco en mi mente y en mi alma.
Levante la cabeza y miré. Allí estaba la seguía oyendo. Seguía sola en el aire, navegando a la deriva del capricho, a merced de cada uno de nosotros. Allí, pobre, taciturna, con una pincelada de zozobra, dejando la locura a un lado. Allí desnuda me encontré con la palabra.
Raquel Viejobueno Rodríguez
28 de Febrero del 2007
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