lunes, 15 de octubre de 2012

NIÉGOME. MARIANELA PUEBLA


Premio de Poesía Internacional “Un Café con Literatos”.

Primera Edición, año 2012

Primer Premio

María Elena Valenzuela Romero, seudónimo Marianela Puebla. Valparaíso (Chile)

Por su fuerza poética, su compromiso por la literatura.  

 

NIÉGOME

 

Niégome

a la noche solitaria,

al abrazo gélido,

a la muerte

que oscila en un péndulo,

incursiona,

intimida,

pasa rozando el dorso de mi espalda,

la tez de mis sueños

con sus alas tenebrosas,

amedrentando todo desafío.

 

Niégome

a la soledad inaudita del adiós,

al silencio penetrante

que envuelve sus palabras y convierte  a la lengua

en la víbora, lupus aniquilador.

A la mudez de espanto que queda

seguida del último beso no dado

y esconde al enloquecido llanto

en el laberinto sigiloso de la mente.

 

Niégome

a la página en blanco

después de la caricia reservada

escrita con letra agónica y sin huella,

deslizándose por la fisura de la piel

de un deseo.

Tal vez me rebelo a la cortina ajada

que no deja penetrar los ojos del infinito

y deshacer el contubernio

entre soledad y silencio.

 

Niégome

a todo y a carencia,

a vivir ausente, a sentir galopar

el reloj de arena

por la desértica playa,

sin que nadie lo domine

y ocupe sus horas en hacer el amor,

o copule orgasmos en la luna

mientras vamos en un sueño,

recuerdo,

intentando  desovillar lo perdido

en un instante.

No es así, no se puede volver atrás

borrar como quien borrar un cuaderno.

No, la noche nunca reemplazará al día,

lo perdido es irrecuperable.

 

Niégome

a las tinieblas sin la esperanza de que

un rayo rasgue su monotonía.

A caminar desnuda por el filo del resentimiento,

a desear sin ser deseada,

a besar un fantasma que cruza otra dimensión

dejando indiferencia, sólo eso,

un profundo aroma a ruptura,

un soplo de palabras desarticuladas.

 

Niégome

a ser aquello, un objeto,

un mueble que acumula polvo cósmico en la esquina

de un corazón rencoroso.

Hay aptitudes que son latigazos,

dominio,

castigo.

Ser aquello que alguien manipula.

Ser y no ser arcilla en las manos

de un hechicero,

encantamiento,

seducción,

fascinador de momentos

cuando el calendario es el preciso.

Cuando eres lo fácil,

dúctil,

condescendiente,

sensible a las palabras, al roce,

a la ilusión.

No, alguien debe decir basta,

manipular la situación,

derribar la puerta del desamparo

y gritar hasta salir a la luz,

hasta ser escuchada,

rescate,

pensamiento,

llanto,

ser sólo eso,

un mortal con sueños y deseos.

 

Niégome,

              niégome

al abandono,

a la herida que no sangra,

la palabra que golpea y no toca

y deja un surco en la piel,

sílabas muertas,

difíciles de reestablecer.

 

Sí, lo digo hoy, lo diré mañana.

Niégome a desperdiciar

mi vida en una oscuridad

sin esperanza.

Niégome,

               Niégome...