Puse las nubes en el cielo,
allí las pinté con mis yemas.
La enorme estrella
me perseguía desde lo alto.
Alcé el vuelo,
tragué mares repletos de ironía.
Conocí cuerpos inertes,
árboles quemados,
personas consumidas.
Se me cayeron las nubes del cielo,
la vida me quemó.
Ahora camino,
no tengo yemas,
ni poseo cuerpo.
Soy en uno de mis mejores momentos.
Libre.
Raquel Viejobueno Rodríguez
“ Mamotreto de viajes” 2010