En 1992 nace la Duquesa, mujer misteriosa y criticada por vivir en un caserón y hablar con el viento. Es uno de mis cuentos más nostálgicos. Mujer que vagaba entre los vocablos barrocos, allí encontró su epitafio. Después de dieciocho años, la rescato del recuerdo para ponerla frente al espejo.
Las Pasiones de la Duquesa nace para crear un lugar donde hablar de los textos que cada uno deseé compartir y enviar. Aquí en este caserón repleto os espero.
Raquel Viejobueno Rodríguez
sábado, 26 de enero de 2013
Cual una gota...
Cual una
gota de rocío
me deslizo
por tu piel.
Entro en los
surcos
despertando
escondidas sensaciones.
Me detengo
en la
armonía de tus labios
y acaricio
tu lengua.
En el lóbulo
de tu oído susurro
un poema de
amor
y te hago
una confesión
que se
adentra en tus sentidos.
Soy la
flama,
el relámpago
que agita
en un
estallido tus deseos.
Voy como
amapola encendida,
recorriendo
con húmedos pétalos
el gemido de
tu carne,
y me deshago
piel en piel,
seducida por
tu rendición.
Marianela Puebla
Longevo Naciente
El tiempo
moribundo se retira con premura
del nuevo
reflejo que inicia su apremiante ascenso.
Así, las
flores del atardecer acicalan
su
espléndida belleza por entre las gotas del agua,
descendidas
con parsimonia por las faldas de
la alegre
nube.
Nos imploran
sus colores y se deslizan
a través de
las coyunturas de los años
que se han
ido pero de nuevo volverán,
como las
aves regresan siempre
en cada
temporada.
El denso
celaje se ha quitado el vestido húmedo,
deseando le
observen su vientre líquido,
muy saturado
de la razón de vida
que nos
regala el magnífico planeta.
El ciclo se
despoja, el recién llegado nos da
la primicia
de lo nuevo y se aproxima
sin prisa,
con la lentitud
y parsimonia
por el uso de los días,
cantando el
principio de la luz
para que nos
aquietemos como la paz del rosal.
El antiguo lapso se despide de nosotros
guardando
entre las páginas de sus ayeres
lo que se
llevará del calendario,
hasta que se
nos presente el próximo período,
completar
los trescientos sesenta y cinco
puntos de
las poderosas veinticuatro razones,
y dejarnos
así, en completa y transparente
satisfacción.
José Santana Prado
Suscribirse a:
Entradas (Atom)