Sus ojos miraron asombrados el pequeño frasco
de cristal, que dejaba ver aquel líquido espeso y naranja. “¿Estás segura, la
esencia es pura?” preguntó Joaquín, -“Por
supuesto” contestó ella, como no encontraras otra en ningún lugar”. –“Exageras, refuto él, conozco un sitio que
reúne a sus más grandes proveedores que encerrados todos los día la producen a
raudales y la crean, incluso, de tonalidades más obscuras”. “Quizá- se defendió
ella- en mayor cantidad y mezclada con otros elementos muy potentes, pero nunca
con la pureza de la que sostienes en tu mano. Si no me crees, examínala y no
hallarás en ella una sola partícula, ni la más pequeña que contenga otro
componente diferente al esencial”.
-“¿Fue trabajoso?, señalo Joaquín, ¡ya me
imagino! seguro tuviste que llegar a grandes profundidades para encontrar este
grado de pureza y empleaste enormes cantidades de tu tiempo para llegar a
reunir la pequeña porción que hoy me entregas”.
-“Te equivocas, espetó ella, se formó muy rápido
y brotó tan inesperadamente que la tuve
que encerrar en un frasco a la velocidad de un rayo para que no explotara entre
mis manos y destruyera todo lo que me rodeaba. Es más, en los escasos segundos
que mantuvo libre su fuerza destructora quemó gran parte de mi piel. Pero no te equivoques, eso no la hace menos
valiosa; extraerla casi me cuesta la vida y las heridas dejadas por su paso
tardaran en sanar.
-¿Y que utilidad práctica tiene esencia tan
pura y poderosa? preguntó Joaquín y ella contestó. - “Todas, todas las que te
puedas imaginar, encerrada y manipulada por las manos sabias de un
alquimista, puede cambiar al mundo y
revolucionarlo, pero no hay que olvidar que su poder supera todas las armas,
químicas, atómicas y liberada puede destruir al mundo en algunos segundos.”
-“Está bien ¡la compro! – dijo Joaquín con
determinación- pero antes dime ¿dónde la
extrajiste?, ¿cómo la denominas? y ¿cuánto quieres por ella? -con una media sonrisa ella respondió -“La extraje de mi propia alma, la denomino
odio y a cambio de este pequeño frasco sólo quiero de ti, una poesía, tres prosas y una novela; me urgen para al fin cerrar
las llagas que su paso me dejó”.
Georgina Rosado Rosado