¡Cuánto me gustaría navegar sin rumbo por los senderos que jamás me atreví a soñar!
Esta vida mísera que te obliga a vivier sin estar, a estar sin saber.
¡Cuánto me gustaría perderme en el abismo de mí misma!
¡Cuánto me gustaría vivir!
En 1992 nace la Duquesa, mujer misteriosa y criticada por vivir en un caserón y hablar con el viento. Es uno de mis cuentos más nostálgicos. Mujer que vagaba entre los vocablos barrocos, allí encontró su epitafio. Después de dieciocho años, la rescato del recuerdo para ponerla frente al espejo.
Las Pasiones de la Duquesa nace para crear un lugar donde hablar de los textos que cada uno deseé compartir y enviar. Aquí en este caserón repleto os espero.
Raquel Viejobueno Rodríguez
domingo, 17 de octubre de 2010
sábado, 9 de octubre de 2010
LA NOCHE
Taciturna noche, tupida y triste,
andas tras de mí y no consigues alcanzarme.
El silencio grita y los ruidos se callan,
y veo tu mano extendida hacía mí,
y espero que el Sol se ponga
y empuje con su potente brazo tu mano amenazadora.
Taciturna tiniebla que me haces sentir cobarde y ruin,
no vuelvas más,
que mi miedo es muy libre.
No quiero ver, no quiero seguir.
Espesa y densa oscuridad
que te pegas a mí como gotas de sudor en la frente.
Sombra,
sólo caída de la tarde,
el día te desterrará
y yo volveré a ser alguien.
Raquel Viejobueno Rodríguez
“Mareas de la Princesa Letra”
Año 2017.
martes, 5 de octubre de 2010
BAILARINA
Cual alondra te posas
liviana y frágil,
leve como la espuma sobre el
entarimado,
en tus ojos la música va dibujando estrellas,
te ves como la alondra
etérea e inconsútil.
Tu cuerpo va esculpiendo
efigies en el aire,
se despliega sensual hasta sus extramuros,
la tristeza aferrada a tus
brazos perfectos
resbala por tu espalda
y se aloja en tu talle.
Sonríes mientras danzas…
y el aire se detiene embelesado a mirarte.
Se demora la luz entre tus manos pálidas
alzadas en místico ademán…
Hay a tu alrededor
una hueste de hadas susurrando poesía.
Agoniza la música.
Comparece el silencio y se adueña del mundo.
Grácil y transparente
se derrumba tu cuerpo en las tablas gastadas,
Y entonces ciertamente
te asemejas a la alondra
adormecida en el nido.
Nahir Subelzú
VOLVÍ A PERDER.
Lloré lo que perdí, porque lo perdí llorando,
y mientras lloraba dejaba atrás el llanto
que más me hizo sufrir.
Tu amor.
Perdí lo que sabía que ya estaba perdido,
y perdiéndolo todo
me dejé perder en el abismo
de tus brazos otra vez más,
hasta que no fui capaz de encontrar lo perdido
y la perdición me llevó a llorar lo que sabía
que no podía encontrar.
Tu amor.
Y volví a llorar otra vez,
y me encontré sola,
tan sola como perdida.
RAQUEL VIEJOBUENO RODRÍGUEZ.
“Libro de los Insabores.” 1994
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