Todos los días muero de asombro, me dije mirando hacia
ninguna parte, pero existen días, sin darme cuenta, muero más lentamente tras
encontrarme con autores que tallan la palabra con plenitud y al límite de lo
que el ser humano siente, tras esas ventanas tan gigantes que tiene el mundo.
Les invito a entrar en el poema de
Carlos Javier Corral López, desde Linares, galardonado con el Primer
Premio de Poesía de la Asociación Manantial. La poesía desde el límite que soporta
la quietud de cada uno de nosotros e
intenta ser un bálsamo que suaviza las asperezas que tenemos que vivir. Un
autor que nos transmite el sin fin de sus mundos, una fuente incansable de
caminos, donde vamos avanzando dejando lo peor de nosotros mismos, y nos
dormimos siento ante todo; magos de la palabra, de su palabra latente.
SOBRE EL
ODIO
Donde
lóbregas nubes
descargan
sobre la cándida retina
su diluvio
de cuervos,
cuervos que
con su graznido afilado
arrasan el
arrullo del latido
y la textura
del poema.
Donde las
gotas del rocío
tan solo
pueden posarse
sobre la
hoja de la guillotina
y el pasto
del óbito.
Donde las
estrellas despliegan
su plumaje
de hadas
en la noche
interminable
de las
cuencas vacías.
Allí es
donde reside el odio.
Odio que no
sabe de fatigas o declives
odio que no
conoce dudas o titubeos
odio cuya
cruzada palpita en el púlpito
púlpito del
escalofrío y el incendio.
Yo te
maldigo, pulsión atávica del hombre.
Yo te
maldigo, maestre del delirio.
Maldigo y
maldigo tus ofrendas de afrenta
tus oropeles
de sol y tus lunas de alpaca
tu delirio
grabado en la losa de la herida
tu tormenta
del tormento que no acaba.
Mas tus
lacayos del trance escarlata
de nuevo se
asoman a la sima del grito
del grito de
serafín y de simiente
del grito
inocente y desvalido,
celebran el
fruto de tu linaje de sierpe
aclaman el
despliegue de tus hordas de espino
y el
deslizar perenne, sobre el arriate del tiempo
de tu
follaje de sepulcro y de plañido.
He visto los
fragmentos del paisaje
que fue
atravesado por tu anhelo de rayo.
Ahora quiero
ver colmada
de cianuro y
cicuta tu copa.
He visto a
las Keres acariciando
tu áspero
lomo de ponzoña y daga.
Ahora quiero
contemplar tus rodillas
henchidas de
plegarias de exilio.
Carlos Javier Corral López.
No hay comentarios:
Publicar un comentario