Tuve que pasear por mil calles distintas para que se fijaran
en mí. Me convertí en discípula, en buena hija, también en la mejor estudiante,
la perfecta hermana, la obediente mujer. Los años consumían mi ropaje y me
transformé en la amante perfecta, la madre modelo, la esposa ejemplar, tuve
tiempo para leer, planchar, cocinar, comprar, fregar, recoger, ordenar, educar
a mis hijos, subsanar los caprichos de mi marido, amar, obedecer, entregar. Me
sobró tiempo para remendar, escuchar, atender, comprender, acoger, conducir,
estudiar, suspender, emprender, y hoy que camino por la calle leo con sorpresa
un cartel que expresa “día de la mujer trabajadora”, entristecí porque ese día
no era para mí. No tuve tiempo de trabajar.
Para abuelas, madres,
hijas, hermanas, tías, compañeras, amigas, maestras, doctoras, jardineras,
técnicas, panaderas, empresarias, fotógrafas, estudiantes, administrativas,
prostitutas, alfareras, aprendizas,
poetisas, escritoras, bibliotecarias, carpinteras, escribanas, escultoras,
filósofas, flautistas, guerreras, planchadoras… etc, por todas las heroínas.
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